nieve, sus párpados,
carámbanos en el techo,
y sobre el altar, candelabros.
De los órganos y las arpas el eco
en la cámara retumba,
su pecho una daga atraviesa,
con gélido hálito suspira
y ya el calvario cesa
y ya en sepulcro perpetuo lánguido expira.

Me encanta el modo en que se siente al leer
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