sábado, 11 de septiembre de 2010

Sueños uranios

Me despierto entre sábanas blancas sin saber dónde estoy; la ventana, abierta de par en par. Desde ella, todas las casas se ven desde gran altura. Dudo de esta alba realidad. Voy al cuarto de baño y al ver que en el espejo muevo los brazos a pesar de estar quieto, lo comprendo todo. Salgo a la calle; estoy en una urbe desconocida, lo cual me sirve de aliciente para dar un paseo. Edificios, grúas, personas... Todos están envueltos en el silencio. Es una pena que los bellos instantes pierdan su magia justo cuando nos damos cuenta de su valor.